Actualmente, es posible procesar el mineral con un mínimo porcentaje de finos e, incluso, con menos agua debido a que la bomba -sin ser un elemento moledor- puede jugar un rol clave en el circuito, tal como expuso el doctor en metalurgia Jaime Sepúlveda, en un conversatorio organizado por IMetChile.
En minería, la bomba opera como un verdadero corazón en el circuito de molienda que reduce el tamaño de las rocas para liberar los minerales. Este equipo -que separa el producto final del material que retorna al molino- se lleva gran parte del presupuesto de la concentradora, especialmente, debido a su consumo de energía y a las bolas de acero que se utilizan en el proceso. Por lo mismo, su eficiencia es crucial para la productividad minera.
El doctor en metalurgia de la Universidad de Utah, Estados Unidos, Jaime Sepúlveda, reveló algunos de los secretos que optimizan el funcionamiento de la bomba, en un conversatorio organizado por la Asociación de Ingenieros Metalúrgicos y profesionales afines (IMetChile).
Durante el encuentro “La bomba: el corazón del circuito de molienda”, el ingeniero -reconocido con el Robert H. Richards Award, que entrega la Sociedad de Ingenieros de Minas de Estados Unidos- recordó que la molienda debe procurar minimizar el contenido de finos en la descarga del molino. “Aunque en la práctica, puede haber limitaciones, pues, la capacidad de la bomba no es infinita. A medida que aumenta la capacidad del circuito, se afina el corte de los ciclones y sube la carga circulante; y cuando esto ocurre, también crece la exigencia”, explicó.
Menos agua y exigencia
Luego, el sistema de control no tiene más opción que reducir el agua para bajar la carga circulante, lo que permite disminuir la exigencia de la bomba. “Queremos que el molino permanezca estable, con un mínimo de partículas finas”, precisó Jaime Sepúlveda, quien obtuvo la “Medalla al Mérito” del Instituto de Ingenieros de Minas en 2021.
Según el doctor en metalurgia, en este proceso se deben dar tres condiciones: la primera es que el porcentaje sólido de rebalse de los ciclones sea el mínimo posible, limitado por la cantidad de agua; la segunda es que la carga de los sólidos de los ciclones sea lo más espesa posible sin que se acordonen; y, finalmente, operar con la máxima carga circulante de acuerdo con el límite que impone la capacidad de la bomba y, en algunos casos, respondiendo a la capacidad de transporte del molino.
El balance de los sólidos en el circuito de flujo de pulpa y tonelaje fino permite generar una ecuación que ayuda a deducir si agregar o quitar agua para mejorar el proceso. “Se tiende a diseñar tonelajes relativamente pequeños y un producto bastante fino, como sugieren los estudios metalúrgicos de laboratorio. Pero, a medida que empieza a funcionar la planta los esfuerzos se concentran en alcanzar mayor tonelaje y, para ello, se sacrifica el tamaño del producto. El problema es que la bomba puede ser insuficiente”, recalcó el expositor en el conversatorio organizado por IMetChile.
En definitiva, calcular correctamente la demanda de altura para que el sistema no colapse es fundamental para mejorar la operación de la bomba, cuya velocidad también influye en el resultado. “De esta manera, se crean las condiciones para que el molino pueda moler más y mejor, con un mínimo porcentaje de finos en la carga. Sin ser la bomba un elemento moledor, ayuda a moler”, sostuvo Jaime Sepúlveda, quien recordó que en el pasado las bombas de velocidad variable eran consideradas un lujo, mientras que hoy constituyen un estándar de diseño.