Por Juan Luis Bouso, presidente de la Federación Iberoamericana de Productores de Áridos (FIPA)
En la segunda mitad del siglo pasado, el desarrollo de los países se medía por el consumo de carbón y acero. En aquellos tiempos, la energía eléctrica era generada principalmente mediante centrales hidroeléctricas y térmicas de carbón, mientras que la energía nuclear daba sus primeros pasos y aún no se hablaba de energías alternativas renovables. Entonces, la mayoría de las construcciones civiles y edificios habitacionales se construían con acero, pues, aún no se masificaba el uso de hormigón armado.
En el siglo XXI, el bienestar y calidad de vida, que es lo que verdaderamente importa, bien podría medirse por el consumo de áridos y de ciertos minerales industriales, también conocidos como minerales no metálicos, entre los que destacan el cuarzo, el caolín y el carbonato cálcico, entre otros.
En la última década, ciertos minerales industriales nos marcan el camino. El litio y, posiblemente, el sodio, el famoso coltan, el colombio-Tántalo o niobio-tántalo y las tierras raras pueden considerarse los minerales del futuro. A ellos, se les unirá -en breve- el uranio, porque parece ser que -de nuevo- habrá que volver la vista a la energía nuclear.
Un país con un buen desarrollo de infraestructuras, es decir, con carreteras, aeropuertos, hospitales y edificios de alto nivel, será el que aporte un elevado bienestar a sus habitantes. Una casa que disponga de baños y cocina con paredes revestidas de bellos azulejos y con un buen piso de gres cerámico permitirá a sus moradores gozar de un alto estándar. Sanitarios cerámicos, vajilla de calidad, fina cristalería y una buena biblioteca con libros tangibles aportarán también a la calidad de vida.
Todos estos elementos -tan importantes para el bienestar- requieren, para su elaboración, de minerales industriales o no metálicos. Curiosamente, estos no tienen tanta popularidad como los minerales metálicos, entre los cuales destacan el cobre, el oro y el molibdeno, especialmente, entre los grandes productores de estos minerales: Chile y Perú.
Insumos críticos
El tándem niobio-tántalo es una materia prima imprescindible para los chips empleados que utilizan teléfonos celulares, pantallas de televisión, tablets, relojes, circuitos de control de automóviles y aviones. En tanto, el vidrio y el cristal se fabrican a partir del cuarzo, al igual que la cerámica con la que se fabrican los sanitarios, los azulejos y el gres; y las vajillas y los elementos decorativos que, además, contienen feldespato y caolín. El papel de libros y periódicos precisa también de este último, así como de carbonato cálcico y talco.
Asimismo, los neumáticos, las tuberías de plástico, las pinturas y un sinnúmero de otros objetos no existirían sin los minerales industriales. Igualmente, el carbonato cálcico, la zeolita y otros minerales son indispensables en la agricultura, por su contribución al equilibrio del pH del suelo. Por su parte, cosméticos, detergentes y productos farmacéuticos requieren talco, carbonato, caolín y otros minerales como carga inerte.
Grandes obras civiles como carreteras, puentes, aeropuertos, hospitales y centrales de energía se construyen con enormes cantidades de áridos, pues, la roca triturada constituye más de la mitad de la masa que conforma el hormigón.
Pocos saben que después del agua el árido es el recurso que más demanda el ser humano. De hecho, en 2019, el consumo estimado de áridos en el mundo fue de 43 mil millones de toneladas, mientras que el consumo anual medio de áridos en la Comunidad Europea fue de 4 mil 200 millones de toneladas, es decir, seis toneladas por habitante. Estas cifras nos ayudan a comprender la dimensión de la crisis que padece Europa, ya que, en 2006, el consumo anual europeo era de 7 toneladas por habitante.
Pese a su enorme importancia para nuestro bienestar, los minerales industriales han sido injustamente olvidados y relegados a la segunda división en la actividad minera. Y, aunque Chile cuenta con interesantes reservas, a excepción de los minerales nitrogenados como el litio, el yodo y el boro -que cuentan con un óptimo nivel de explotación que sitúa al país a la cabeza del mundo- la situación para el resto de los minerales industriales es muy distinta. Recién ahora comienza a desarrollarse su producción, lo que no deja de ser un buen augurio.
Junto a IMetChile, pondremos en valor a estos minerales que, injustamente, juegan en segunda división pero que son tan necesarios para la sociedad, donde el nivel de consumo funciona como un claro indicador de la calidad de vida en un país.
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